MISCELANEAS |
(Vivencias como espectador de Alberto Correa y su hijo)
Enterarme de que se celebrarian los 50 años de las 12 Horas de Sebring, y descubrir que quedaba a solo un par de horas de mi casa fue el detonante para que inmediatamente adquiriera las entradas para asistir a dicho espectáculo junto con mi compañero de andanzas automovilisticas, mi hijo de 8 años, a quien de aquí en adelante denominaré “el tipo”.
La
espera se nos hizo larga, pero finalmente llego el día y partimos temprano,
con equipo “casi de playa”, tal cual nos aconsejaron los sumamente amables
operadores telefónicos encargados del “Customer Service” del circuito.
Realmente
espectacular amigo Juan. Digno de la fama que tiene, y eso que dicen que hubo
tiempos mejores (deportivamente hablando).
La
primera impresión al llegar a Sebring, es de que la ciudad vive de y para las
12 Horas. Apenas uno atraviesa el primer cartel que anuncia que has llegado a Sebring
“Home of the Twelve Hours”, ya se respira ambiente
automovilistico, y por supuesto la venta de souvenirs es el negocio del
momento, cualquiera sea el lugar al que entres, desde un restaurante hasta una
tienda de venta de ropa.
La llegada al circuito propiamente dicho es mucho menos impresionante de lo que uno espera dada la trascendencia del evento, y hasta me pareció llegar a una competencia de cualquier buena categoria de segunda linea, solo que aqui, el público, en un 70-80% viene en motorhomes y acampan tres o cuatro dias a la vera del circuito. De esa manera, pueden ser testigos de varias series clasificatorias y finales de diferentes categorias “menores” que acompañan a la principal, denominada “American Le Mans Series”.
Esa
presencia de tanta gente durante varios dias, deja un huella marcada en los
alrededores del circuito, que queda literalmente tapizado de latas de cerveza
vacias, papeles y basura, pero un gran sistema “sanitario” trabaja
permanentemente para mantener habitable ese entorno, lleno de shows
automovilisticos, niñas bonitas, negocios de articulos ad-hoc, niñas
bonitas, dream-cars, niñas bonitas, el auto del 2003, niñas bonitas, el del
2004, niñas bonitas y etc, etc.
Hasta alli, nada muy diferente de lo conocido y que esperaba ver…hasta que nos acercamos a la pista, a ver el warm-up…
El paso de 60 "bichos rabiosos" en esa pista de concreto plano-plano (no hay peralte alguno) es para erizarte los pelitos de la nuca. El ruido es ensordecedor, desde los motores al chillido de neumaticos (si, muchos chillan como si tuvieran gomas de calle, sobre todo en las frenadas quizas debido al concreto plano). El ruido de los frenos es de no creer. Nuevo para mí, a pesar de tener “varios GP encima”.
Lo mejor (o casi, despues te cuento ) fue cuando se hizo de noche, y el espectáculo con las luces encendidas, los discos de freno al rojo y los escapes lanzando llamaradas fue realmente impagable.
Una
cosa buenísima de Sebring, es que con una entrada común, puedes estar
"alli", en el centro de la acción. Puedes cruzar la pista por
pasarelas elevadas sobre la recta principal (experiencia fuerte, sobre todo si
en ese momento pasan los ALMS 900 por debajo, en plena aceleración y a 250
Km/h) y llegar a los boxes, que son cerrados, pero tienen por detrás
solo tejido de alambre, y alli puedes estar como si formaras parte del equipo.
El sonido de las herramientas neumáticas y los gritos entre mecánicos (algunos no tenian intercomunicacion radial entre ellos) superpuestos al rugir de los motores y los olores a vapores de gasolina, aceite y caucho quemado hacen un coctel realmente sensacional.
Ademas,
el patio de atras, adonde se estacionan los camiones-taller y motorhomes de
los equipos es totalmente de libre circulación, asi que te imaginas lo bueno
que es estar dentro del show, siendo testigo de la “intimidad” de los
equipos y no mirando de lejos como ocurre en Daytona o Miami, por citar dos
pistas que conozco.
Suma
a todo eso, el hecho de que al ser una carrera larga, uno no tiene apuro para
nada, y puede detenerse a apreciar todas y cada una de las actividades y
objetos que le llamen la atencion, y puedes, por ejemplo, pasarte 15 minutos
mirando como los del Camion-Taller de Pirelli arman decenas de ruedas con
caucho fresco, para repartirlos luego entre sus usuarios en un cuatriciclo con
acopladito, o al equipo oficial Corvette lustrando las carrocerias de
repuesto...
Tambien puedes caminar libremente y recorrer y detenerte unos minutos en todas y cada una de las curves, rectas y sectores adonde los vehiculos son más exigidos ya que solo la tribuna principal, de concreto , techada y sobre la recta principal, tiene un acceso mas restringido y exige una entrada mas cara.
Peor lo bueno-bueno para nosotros está por venir, Mr. Hans.
Había una gran carpa-museo con todos los autos que ganaron Sebring alguna vez (inclusive la Ferrari de Fangio), y adivina cual estaba en primerísimo lugar... Si señor !!! ...ha Ud. acertado. Un brillantisimo, hasta la exageracion, 917 del equipo Martini, que tenia pintado en sus laterales el número 3 y los nombres de sus pilotos: Elford- Larrousse.
Ahi nomas se nos pusieron los pelos de punta (a mí los que me quedan) y con “el tipo” (mi hijo) comenzamos nerviosamente una sesión fotográfica, revolcándonos por el piso y tratando de que no se vieran las gruesas sogas rojas que lo separaban de nosotros, los comunes mortales.
En
esa tarea estabamos, cuando de repente se nos acerca un grandote con remera
negra y logo "Porsche Museum", y me pregunta que edad tiene mi hijo.
Se lo digo y le pregunta si es estudioso y se porta bien. Con mi
"si" como respuesta, le pregunta al “tipo” "cuanto es 4x4
?" y con la consulta respondida de manera correcta, desengancha
la famosa soga roja, lo toma de la mano y se lo lleva hasta "el
monstruo", llama a un ayudante que abre la puerta... y lo mete adentro!!!
Yo por supuesto, con todos los pelitos erizados, piel de gallina total y sacando 36 fotografias seguidas con la esperanza de que salgan algunas buenas (la iluminación no era la mejor en el interior del monstruo), y la cara de mi hijo ni te imaginas. La envidia se hizo carne en mi y queria decirle a “Mr.Porsche” que yo tambien queria entrar !!! pero no me animé y me aguanté como un macho, aunque las piernas me temblaban.
Resumen: El privilegiado de mi hijo estuvo sentado por unos minutos en el 917 chasis numero 20, ganador de las 12 hs. de Sebring en 1971. Fantástico e inolvidable.
Volviendo a la carrera, cuyo resultado deportivo dejó de tener importancia alguna para mi, dadas las circunstancias, resulta muy importante resaltar el nuevo sistema de información al publico sobre las posiciones de los autos. Resulta que cada auto tiene tres luces por delante de las ruedas traseras, con un color diferente para cada una de las categories que disputaban las 12 horas, y por intermedio de un sistema de radio, al primero se le encendia un sola luz, al segundo dos y al tercero tres, eso en cada categoria, y en tiempo real, es decir apenas el auto ganaba o perdia un posición, el sistema, via radio le cambiaba la cantidad de luces encendidas.
Realmente ingenioso, ya que te imaginas lo que es tratar de saber quien es primero, segundo o tercero de cada categoria luego de 10 o 12 horas de carrera.
Otro
detalle que demuestra la manera Americana de organizar un Show:
Si el auto de seguridad daba más de dos vueltas, hacían despegar del
aeropuerto adonde está el circuito, una serie de aviones históricos, para
que el publico no se aburra. Vi por primera vez en mi vida un bombardero (
B-52 ?), como los de las peliculas, con ametralladoras y todo, volando bajito
y a 5 por hora. Espeluznante.
Espero
con esta elemental crónica haberte transmitido lo mas realísticamente
posible mis sensaciones como espectador que asiste por primera vez a esta
competencia, que tantas veces, desde mi juventud, escuché nombrar y vi desde
lejos en los diferentes medios de comunicacion especializados.
Una promesa que nos hicimos: Volver el año entrante… y ahi sí que el que se va a subir al 917 voy a ser yo !!!
Alberto
E. Correa
acorrea@concretostore.com
Más fotos
Cartel descriptivo dispuesto al lado del 917 de Elford-Larrousse
Albertito posando delante de otros Porsche exhibidos en el Museo |
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