LOS HOMBRES

 

 David Yorke 

Jefe de Equipo del John Wyer-Gulf-Porsche

Nota de la Revista Parabrisas Corsa Nº248 pag.41 firmada por el prestigioso dibujante y periodista Héctor L. Bergandi bajo el título: DAVID YORKE: UN CEREBRO GANADOR - Fotos: Albornoz.

DAVID YORKE: UN CEREBRO GANADOR

En oportunidad de los 1000 km. de Buenos Aires del año 1971, encontramos a David Yorke en los pits. Obviamente nos lanzamos a hacerle un reportaje. Cuando se enteró de nuestros propósitos rompió a reir a carcajadas.

Una nota sobre mi? Eso no tiene ningún sentido, si yo no valgo nada. Hacé una nota sobre el equipo. Ellos son los que trabajan todo el día y los que logran las victorias. Mi trabajo no tendría ningún valor si el de ellos no estuviera bien hecho.

Aparentemente la frase sería un ejemplo perfecto de falsa modestia, pero solo viviendo el momento, se puede dar cuenta uno de la sinceridad con que lo dijo. De todos modos, le dijimos, no se trataba de sobrevalorarlo con respecto a su gente, sino de saber como había llegado a dirigir al equipo campeón del mundo, cosa que lo convierte o mejor dicho, lo confirma como el táctico más brillante de esta época. 

La aclaración pareció tener el don de soltarle la lengua, dando comienzo a una charla de lo mas amena.

Después de la guerra, una vez que la vida retomó su ritmo normal todos los jóvenes -yo también fuí joven alguna vez, exagera- buscábamos gastar nuestras energías en lo que más nos apasionaba. Algunos volvieron al fútbol, otros a las playas ó a la timba, a las chicas, al trabajo ó a los deportes menores. Por entonces el automovilismo era un deporte menor en Inglaterra, no porque se llevara a cabo sin pasión ni pretensiones, sino que después de la sangría de la guerra no había más que trastos viejos con cubiertas remendadas para poner en la pista. Aquellas máquinas de antes de la guerra ya estaban a la miseria y por una razón u otra el ganador -que era el de mejor suerte- llegaba muy cortado del segundo, si es que lo había.

Yo por mi parte, estaba ansioso de participar de alguna manera en éstas carreras ya que lindas ó feas eran las unicas que había. Pero nunca me caractericé por tener mucho dinero; de manera que tuve que buscar quién me pagara por mi trabajo, mientras me daba el gusto de estar al lado de la pista. El "agraciado" resultó ser Peter Whitehead, un hombre que ya hoy en día, en éste tipo de automovilismo no podría correr. Era lo que en equitación y turf se dá en llamar un "gentleman rider" alguien que todo lo que hace, lo hace "pour le sport", sin mayor interés por ganar ó no, limitando el campo de sus emociones a aquellas que proporcionan el andar rápido y entre amigos.

Cuando las cosas comenzaron a andar mejor en Inglaterra y las probabilidades de hacer algo más importante llegaron a mis oídos, deje a Whitehead, en pos de progresos, pero hoy no puedo dejar de recordar, con cierta nostalgia, lo divertidos que eran aquellos días.

El paso que dí fué bastante más largo que los que suelen dar los que recien se inician el metier. Un señor llamado Tony Vanderbell, me ofreció la posibilidad de probarme en la misma función que desempeño ahora en Wyer. Esto es: organizar, dirigir un equipo de carreras. Hasta entonces, Vanderbell había hecho correr un solo auto en carreras de Fórmula 1: una Ferrari modificada en sus talleres que respondía al nombre de "Thinwall Special" y que contaba con rarezas tales como frenos a disco en las cuatro ruedas, cosa por entonces, desconocida.

Pero ahora las ambiciones de Vanderbell eran bastante más importantes: quería a toda costa, ganarle a los autos italianos de F1 que eran los monstruos del momento y para lograrlo contaba con un nuevo auto, el Vanwall, diseñado y construído según sus especificaciones y su dirección, con la colaboración de hombres como Colin Chapman, que recién empezaba. Este modelo fue el primer auto importante producido en Inglaterra en la era moderna, y con él fuimos los primeros en nuestro país que logramos quebrar la hegemonía italiana, gracias también a los pilotos como Tony Brooks, Stirling Moss y Stuart Lewis Evans.

Por supuesto, David Yorke omite prolijamente mencionar sus méritos como organizador del primer equipo inglés ganador de post guerra.

Tony Vanderbell retiró su equipo de las pistas por prescripción médica. Si, no te rías. Era un hombre tan absorbente que vivía al lado de su equipo; sufría con nosotros las derrotas y festejaba los triunfos al ciento por uno de lo que lo hacíamos nosotros, y a la vez, manejaba su establecimiento. Lógicamente llegó un momento en que el médico que lo atendía lo conminó a abandonar, o bien la fábrica o bien las carreras. Así fué como todos nos quedamos con las ganas de seguir corriendo -¡y ganando!- cuando ya teníamos prácticamente a punto al Vanwall de motor trasero, que podría haber sido revolucionario.

Por supuesto nadie quedó en la calle porque Vanderbell veló por no abandonar a quienes le habíamos dado tantas satisfacciones; pero a mí nunca me gustó trabajar entre cuatro paredes montando cojinetes, de manera que al poco tiempo renuncié a mi puesto en la fábrica buscando continuar la carrera que me había trazado.

Tras un par de años de vacas flacas fui contratado como director del equipo norteamericano de Ford GT40 cuando éstos comenzaron su lucha por ganar en SP con la mirada fija en Le Mans.

El Exito de John Wyer

Aquello era aburridor. Los autos se armaban y se desarmaban con mucha facilidad y nadie aceptaba usar el ingenio para aventajar al contrario, limitándose todo el mundo a mandarse unos a otros. La burocracia y la falta de buenas actuaciones terminaron por hacerme echar a andar nuevamente, pero esta vez con rumbo definido. John Wyer también tenía GT40s, y necesitaba quien se ocupara de llevar la voz cantante en el team y no dudé un minuto en hacerme cargo del puesto.

Lo demás es historia reciente. El equipo funcionó regular al principio, pero a partir del momento en que sacamos los Mirage, comenzamos a ganar cada vez más asiduamente hasta conseguir más tarde dos victorias seguidas en Le Mans con los GT40, un campeonato mundial con ellos y otro en el '70 con los 917. (recordar que el reportaje se hizo en Enero del '71).

Evidentemente, Yorke mira todo éste panorama reciente con el ojo sereno propio del que considera esos lauros como meros accidentes de trabajo. Pero sin duda, su labor de táctico y su habilidad para manejar a su gente, incluso a los pilotos que a veces se muestran indóciles, han sido factor determinante en la asombrosa serie de triunfos logrados por el equipo durante el año pasado (1970).

David Yorke en charla técnica con los constructores argentinos Ricardo Joseph y Pedro Campo

 

Anterior

 MENU 

 

 

 

Webmaster IngeWeb